Pensar la vida es tejer el relato de choques y caídas. Reflujo de un río en la proximidad del océano.
Horror y emoción insisten bajo cada resplandor de espuma. Somos empujados por una corriente de voces antiguas.
Habla Scherezada de mis noches, cuéntame tus paisajes y tus fábulas.
Hazme familiar el vacío.
Haz de la vida y la muerte una historia pronunciada dulcemente.
Las estrellas asoman por la ventana, y se aproxima la hora
en que somos empleados de la contabilidad infinita.
Pensar la vida es ordenar los colores, conjugar apariciones,
urdir fábulas, hibridar palabras. Oponer a lo desconocido una baraja de trucos.
Saborear el don de los actos.
Sobrevivir, llevado por un deseo loco, que recorre los linderos del mundo haciendo metáforas de su presencia.
Háblame Scherezada, que te oiga. Ésta noche es sola. Dios se ha marchado.
Recuerdos y voces regresan como un rumor de vastos recorridos.
No se siente la vida, solo el silencio y la niebla que avanzan sobre el cuerpo.
sábado, 16 de agosto de 2008
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