III
Presentir que nunca tuve la razón y si la tuve
no lo supe.
Vivir considerando que una mentira me sostiene.
Haber sido expulsado de la presencia sagrada.
Pero este Dios sin nombre, viento y trueno,
acecha donde vayan las palabras.
Heme aquí, tallado por mis padres y antes de ellos
por los suyos con trabajo y con vergüenza.
Soy el simulacro de vida que ha cantado, reído
y se ha embriagado entre mujeres
que desaparecen
antes que termine la noche.
Frente al río, al pié de la barca que rehuso
tomar, vuelvo sobre mis pasos atravesando aldeas dormidas
relatando a las piedras el motivo de mi insomnio:
ésta Duda que me lleva dócil al umbral
del único fuego encendido,
donde pido perdón por cualquier cosa.
IV
Sol radiante,
prometo olvidarte como olvidé tantas otras cosas:
mis juegos de niño, las lecciones recibidas.
Los apodos afectuosos, las mujeres que me amaron,
la dirección de mi casa y de mi vida.
Prometo olvidar y calentarme en la montaña más lejana ,
en mi montaña embrujada, que susurra uno por uno
los abismos del deseo.
lunes, 11 de agosto de 2008
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